Es sólo uno de los 14 mil 247 ibaguereños que según el DANE se encuentran subempleados. Trabaja 10 horas al día, gana un poco más del salario mínimo y no tiene prestaciones sociales. Sin embargo, éste es el mejor empleo que ha conseguido desde que llegó a Ibagué.
Por Magda Julieth Rocha Clavijo
Periodismo Económico
Un joven alegre, sencillo, humilde y responsable que desde hace tres años atiende el carrito de 'cholados', que hasta hace poco los ibaguereños encontraban en la carrera Quinta con calle 60, es el ejemplo escogido para ilustrar la realidad del subempleo que según el DANE cada día crece en la ciudad.
Según el último informe de la entidad, mientras la tasa de desempleo bajó al 12,2%, la tasa del subempleo objetivo y subjetivo ascendió a 18,5 % y
39,4%, respectivamente.
Se trata de Wilmer Ramírez, un joven de 24 años que nació en Chaparral. Desde que se acuerda ha trabajado, antes lo hacía en la finca de sus
padres donde recolectaba café, no recibía pago, lo hacía con todo gusto porque era una tradición.
Creció, y creyó que en la ciudad sería más fácil lograr sus metas, aquellas que nada tenían que ver con las labores del campo. Quería trabajar en una oficina… soñaba con entrar a las 8 de la mañana por las puertas de un banco, vestido con un traje de paño y saludar amablemente a los clientes que lo esperaban. Por eso, hace seis años salió de su pueblo rumbo a la Capital del Departamento.
Quería ser Contador Público
Creía que encontraría una Ibagué llena de oportunidades. Creía, que al dejar las trochas de su tierra, encontraría un camino que lo llevaría a la Universidad y después, a una excelente empresa en la cual podría crecer profesionalmente y tener excelentes condiciones laborales para que él y su familia tuvieran una mejor calidad de vida…quería tener una vida mejor que la que sus padres humildemente le dieron y con la que está agradecido. Pero él quería más. Quería ser un exitoso Contador Público.
A los 18 años, cuando llegó a Ibagué, no encontró la universidad ni el Banco en el que siempre quiso trabajar. Sólo encontró ‘negocios’ informales que le brindaron empleos inestables y de baja calidad. Pues, por más que ahorró, el salario nunca le alcanzó para reunir el dinero para pagar la matricula en la Universidad.
“La situación es muy difícil. No hay oportunidades laborales, por tanto, es más complicado ser profesional ya que la mayoría de los jóvenes necesitamos dinero para pagar la universidad. Mis padres eran sólo bachilleres, pero aun así, lograron tener casa y hasta trabajar en la Alcaldía de mi pueblo” expresó Wilmer.
En el 2009, un conocido lo referenció al propietario de ‘Súper Cholao del
Valle, Mary’, una microempresa familiar que existe en Ibagué desde hace
15 años, quien lo ‘contrato’ para que preparara la típica ensalada de frutas
vallecaucana, que hasta ese momento él no sabía que existía. Allí le enseñaron la receta, la misma que se hace en Jamundí, Valle.
Su jornada laboral
De esta manera, desde hace casi tres años, su jornada ‘laboral’ es la misma: a las 10:45 de la mañana llega a un parqueadero del barrio Jordán a sacar el 'carrito' que lleva hasta la carrera Quinta, frente a Multicentro, donde fue reubicado tras la llegada de Panamericana a la ciudad.
Arma la carpa, lava las jarras, organiza las pulpas de frutas, lleva el control de la leche condensada, el milo, el hielo, los jarabes de sabores y, atiende a los clientes que llegan con el antojo de probar su delicioso
‘cholao’.
Durante el transcurso del día, soporta el inclemente calor característico de ésta zona de la ciudad, en tiempo de verano, y las consecuencias de las fuertes lluvias, en invierno.
Después de 10 horas de trabajo, hacia las 9 de la noche, cuenta la plata, contabiliza los vasos, entrega a sus jefes el producido, recoge el 'carrito' y lo lleva nuevamente al parqueadero.
Condiciones laborales
En un día, Wilmer Ramirez vende aproximadamente 150
Cholados. El valor de cada uno oscila entre $3.300 y $4.500.
Es decir, su jefe recibe diariamente $525.000 por el producido.
Sólo descansa los sábados y debe trabajar todos los domingos y festivos, pero sin el recargo dominical que estipula la ley. Wilmer no está afiliado a un fondo de pensiones, es beneficiario de Cafesalud y su hija de 3 años no goza de los beneficios de una caja de compensación familiar ni de un domingo en familia ya que su padre siempre debe atender el carrito de 'cholados'.
En Cholados Mary, su quincena es de 360 mil pesos, es decir, al mes recibe por salario,
720 mil pesos. En ésta suma va incluido, 40 mil pesos correspondientes al auxilio de transporte, 70 mil pesos por concepto de salud y 40 mil pesos para el pago de Riesgos Profesionales. Además, cada seis meses su patrón le da 450 mil pesos, según él, lo correspondiente a cesantías y, ocho días de descanso por vacaciones.
Su salario lo gasta de la siguiente manera: 250 mil pesos en alimentación;
70 mil pesos en servicios (gracias a que vive en una habitación en la casa de su suegra no paga arriendo); 150 mil pesos en salud y riesgos
profesionales; en la educación de su pequeña gasta 30 mil pesos y paga
200 mil pesos a un banco por la cuota de un préstamo que hizo para
comprar una moto.
A pesar, de que no recibe prestaciones sociales, de que no le pagan horas extras ni dominicales, para él, preparar cholados es mejor que cargar cajas, organizar mercado y hacer domicilios, tareas que desempeñó por dos años en un supermercado del barrio El Salado y, por las cuales recibía sólo 20 mil pesos diarios.
Estudiar ya no es prioridad para el muchacho. Su camino será trabajar para tratar de darle lo mejor a su hija de tres años y a su hijo que en cinco meses llegará al mundo.
De esta manera, los niños tienen una gran posibilidad de seguir los pasos de su padre ya que, “si no hay desarrollo humano, la pobreza en Ibagué muy posiblemente se volverá intergeneracional" según dijo Jorge Humberto Renza, Director del Observatorio del Empleo y Desarrollo Humano.
0 comentarios:
Publicar un comentario